jueves, 31 de marzo de 2011

No me llamas.

Existen ciertas cosas con las que uno no puede lidiar. Un sexismo vestido de falsa cortesía que, para más inri se nos es vendido como machismo. Me explico. Nuestras muy amadas mujeres tienen la curiosa habilidad de manipular las costumbres para hacerlas ofensivas o de obligado cumplimiento según el palo que pinte en ese momento. De tal manera que el chico puede haber llegado todo lo cansado que sea del trabajo, estar enfermo...o lo cualquier, pero nada le evita al pobre muchacho acompañar a la chica a casa, al autobús, estación de metro o cualquier otro lugar más lejano a la puerta de la casa de él.

Lo mismo pasa a la hora de quedar para ir a cenar, pagar la susodicha cena o pasar frío en invierno porque a las señorita no se le ha ocurrido ponerse un abrigo y antes de asumir su culpa es mucho más cómodo pedírselo al novio, amigo, acompañante o inquilino de su cama por esa noche.

Esas mismas muchachas que demandan semejantes atenciones son las que luego no admiten ningún tipo de diferencia por razones de sexo, pues consideran que es machista y extremadamente denigrante para ellas.
Como no quiero meterme en camisas de once varas voy a desviar el tema, aunque no del todo. La cuestión es la de siempre. Al principio de las relaciones (entendiendo como relaciones todo contacto entre un hombre y una mujer sea o no sexual) admitimos una serie de roles que, sin que uno sepa muy bien por qué, no tienen discusión alguna. En mi caso, amigos míos mi error fue el de hacerme "responsable" de mantener el contacto telefónico en los ajetreados días de la semana que van desde el lunes al viernes. Pues bien, esto significa que si yo no llamo la muchacha no se digna a coger el teléfono para hacerlo ella.

No os penséis que esto me produce ningún tipo de daño emocional. Uno ya está muy mayor para esas cosas. Muy al contrario lo que me produce es cabreo. Cabreo de saber que el próximo día que la vea cara a cara de una forma u otra se quejará de que no la he llamado. Cabreo porque será completamente inútil tratar de explicar que la capacidad de agarrar el teléfono y marcar un número es exactamente igual para ambos. Y, sobre todo, muy cabreado porque sí que la he llamado sin obtener ninguna respuesta, y tras ver mis llamadas perdidas no ha sido capaz de llamarme. Y ¿por qué? Porque llamar es mi responsabilidad en el contrato, tan imaginario como de obligado cumplimiento, que no sé muy bien cuándo he firmado. Y que dice en el apartado nosequé barra nosecuantos que es un servidor quien tiene que llamar.

Me he planteado escribiros una serie de consejos para que esto no pase, pero no tiene sentido porque, amigos míos, esto siempre va a pasar. Hagáis lo que hagáis, intentéis lo que intentéis siempre os va a demandar una serie de cosas de forma tan sutil que lo aceptaréis sin saber muy bien cómo hasta que os deis cuenta de que lo habéis aceptado en contra de vuestra voluntad. Lo que sí que puedo hacer es recomendaros algo para ser más felices cuando el citado incumplimiento de contrato os sea recordado con cualquiera del millón y pico de diferentes caras de reproche que las mujeres pueden tener.  En ese momento, coged aire, mirarla fíjamenet a los ojos y gritad: VETE A LA MIEEEEEEERRRRRDAAAAAAAAAAAAAAA!

Esto no servirá de mucho a largo plazo a no ser que la muchacha se vaya de verdad a la mierda pero pensaréis, como decían los amigos de Muchachada: "Joder qué a gusto me he quedao"

lunes, 28 de marzo de 2011

Palabras complejas.

Desde pequeñítos nos enseñaron que la p con la a hace "pa" y la p con la o hace "po". Pues bien, alguna de esas clases de preescolar (o parvulitos como decíamos antes) fue olvidada por la mayoría del género femenino, porque no entienden algo tan sencillo como la unión de la n con la o que, mis queridas amigas, hacen "no".
Ahora podríamos rememorar todos los tópicos que todos conocemos, pero es hora de entonar el "mea culpa". Esto no es más que la consecuencia de todo un proceso de aculturación en el que hemos enseñado a las mujeres (con honrosas y no tan honrosas excepciones) que todo se puede conseguir poniendo la apropiada cara de pena o de súplica. Tras tantas falsas negativas por las cuales hemos acabado aceptando cuestiones que antes no estábamos dispuestos a aceptar a cambio de un puchero, un guiño de ojo, un beso en la mejilla, un abrazo o baratijas similares, no deberíamos echarnos las manos a la cabeza porque ahora nuestra opinión no valga un pimiento.
Todo esto tiene un origen cultural por el cual el instinto masculino veía en esas señales una posibilidad de esparcir nuestra varonil simiente, cosa que, por otro lado nunca se ha conseguido, aceptando semejante chantaje.
Así que, amigos míos, pongamos cada uno nuestro granito de arena. El mundo ha cambiado por fortuna y la liberación sexual de la mujer nos da la oportunidad de invertir los papeles. Ahora, poco a poco las mujeres nos van siguiendo como nosotros las hemos estado siguiendo. Tenemos que ser conscientes de que cuando uno tiene sexo con una mujer el favor es mutuo y no solo de ellas hacia nosotros. Así que va siendo hora de que hagamos pucheros, demos abrazos y besitos en las mejillas nosotros también para conseguir lo que queremos. ¿Es fácil? No al principio. ¿Podemos conseguirlo? Desde luego.


 

domingo, 27 de marzo de 2011

No sé qué hacer con mi novio.

¿Has escuchado esa frase de labios de una mujer un Sábado por la noche? Enhorabuena tienes un plan. Si dijese que entiendo a las mujeres mentiría como un bellaco pero sí que puedo decir que, con el paso de los tiempo, me voy dando cuenta de una serie de tendencias que se repiten. Una de las más evidentes es la de que cuando una mujer que es prácticamente una desconocida empieza a contarte con una cerveza en la mano sus crisis de pareja lo que está haciendo es ponerse el cartel de "disponible" al menos por esa noche.

Que el mundo se va a la mierda es algo que asumimos todos muchas veces sin preguntarnos por qué. Pero los que tenemos una cierta edad recordamos la época en la que una muchacha hablando de su novio era una meta imposible, en la que en el momento en que se hablaba de esa tercera persona en discordia las posibilidades de disfrutar de algo de intimidad eran poco menos que imposibles. sin embargo ahora es todo lo contrario. Algo tiene que ir realmente mal cuando, hablar de un compromiso resulta una señal buena de que el triunfo amoroso es inminente.

En cualquier caso hay que ser extremadamente cuidadoso con este tema. Depende de uno y solo de uno el usar los recursos que la dama nos está ofreciendo para acabar con sus bragas colgando en la lámpara de nuestra habitación o, por el contrario, convertirse en el perfecto amigo comprensivo que todos conocemos como "Pagafantas". Es de vital importancia no mostrarse comprensivo por nada del mundo. Cuando la muchacha empieza a hablar de esos temas tan íntimos sin conocerte demasiado es evidente que lo que quiere es pasar una noche salvaje contigo, pero en cuanto encuentre la comprensión que nadie le da lo que hará es entrar en cosas cada vez más íntimas, a desahogarse y perderás tus papeletas amatorias. Dale caña, tensa la situación. Puedes coger varias posturas, con sus ventajas y sus desventajas:

- El "yo nunca lo haría": Es extremádamente efectivo a corto plazo. Una vez que uno sigue esta técnica es muy dificil que duerma solo. Consiste básicamente en tratar de explotar los puntos malos del novio o marido. Que la chica dice que él no es tan gracioso como antes, pues se le sueltan los correspondientes chistes de siempre para demostrar lo chistoso que es uno. Si te dice que no tiene tanto sexo como tenía te muestras todo lo indignado que puedas y comentas que eso será imposible en caso de estar contigo, en cuyo caso tendríais un sexo maravilloso después de cada desayuno, comida, merienda y cena. La principal desventaja de esta técnica es que la chica te guste en exceso y quieras tener una relación con ella. En ese momento ella se dará cuenta de que los chistes que la contaste son los únicos cuatro que te sabes y que tu potencia sexual no es ni de largo tanta como prometiste. Y antes de que te de cuenta ella estará en una fiesta con otro capullo como tú contándole lo infeliz que la haces sentir.
Si la chica te gusta de verdad nunca prometas más de lo que puede dar.

- Optar directamente por el tonteo puro y duro. Empieza con algo suavecito y a la menor muestra de receptividad menciona al novio. En ese momento sabrás exactamente cómo va a acabar la cosa. Tranquilo, por lo general te va a hacer algún comentario del tipo "él no está aquí", "en realidad no somos novios", "nos estamos dando un tiempo", etc.  Esas respuestas son la señal inequívoca de que eso está ya hecho. Cinco minutos más de tonteo o besazo en los morros. La desventaja es que la chica resulte ser de verdad una chica decente que simplemente busque a alguien con quien desahogarse, con lo que el hecho de que en cuanto sepas que tiene un crisis de pareja tú empieces a tirarle los trastos puede dejarte como un verdadero gilipollas. No hay recetas para prevenir esto último, siente la fuerza, y confía en tu instinto.

- "Si no eres feliz simplemente déjalo"- Esta tiene una inmensa cantidad de ventajas. Te permite quedar bien en el caso hipotético de que la muchacha no quiera acabar contigo en la cama y sencillamente quiera alguien que la escuche (escuchadle cabrones, que no solo de sexo vive el hombre). Pero en el caso más que probable de que la chica busque lo que todos esperamos que busque te darás cuenta de una máxima que es constante en la mayoría de las mujeres que en el mundo han sido: ellas nunca dejarán a un hombre hasta que encuentren a otro que sepan a ciencia cierta que les gusta. Te darás cuenta de esta tendencia tan poco generosa con el género masculino cuando hagan comentarios tales como "¿Y si lo dejo y luego me arrepiento?", "¿Cómo voy a dejar a mi chico por otro sin saber si el otro me quiere o no?", etc. Esta idea puede venir de infinitas formas y maneras, pero el significado es el mismo "me acuesto contigo y luego veo si me gustas más que mi novio". De esta forma quedas como un caballero porque parece (y solo parece) que tú has tratado de quitarle la idea de la cabeza a la chica y que luego, has aceptado a pesar de todos los dilemas morales que ello te supone. Tener sexo con una mujer ocupada y quedar como un caballero es algo no tan fácil de conseguir, con lo que esta técnica es perfecta se mire como se mire.

Suerte y al toro.

sábado, 26 de marzo de 2011

Fiesta del Sábado por la tarde.

Otra de las impepinables consecuencias de la treintañería es el cansancio del Sábado por la tarde. Es triste que, tras una semana entera de trabajo, mientras que en los tiempos pretéritos nuestro cuerpo pedía fiesta no importaba cómo ni donde ni por qué, ahora el cuerpo solo nos grite al oído: "no me apetece".
Esto hay que solucionarlo. Ahora mismo en la planta baja de mi casa mis compañeros de piso están montando una fiesta en la que se espera la asistencia de no menos de 13 mujeres lozanas. Y yo aquí me hallo, tumbado en la cama con una vagancia de tres pares de cojones.

Hay que actuar. Hay que forzarse, vestirse con lo primero que uno encuentre. Cuando digo lo primero no me refiero a lo primero literalmente, No olvidemos que la baza de la perfección se nos ha escapado con el 2 de la edad. El objetivo es aparecer cuidadosamente descuidados y dar la imagen de que no nos preocupa en exceso nuestro aspecto físico. Esto sustenta la imagen de hombres interesantes que os comenté en publicaciones anteriores.

Bajaré, saludaré efusivamente a las mujeres que haya ahí abajo, reiré las gracias procurando no mantener una conversación de más de un minuto con nadie, para así poder disimular mis ganas de no hablar y no tener que hacer más de un comentario ocurrente sobre lo mismo. Porque ahora mismo mi cabeza está para todo menos para ocurrencias.

Es de vital importancia que, durante todo este proceso, una cerveza me acompañe y sea bebida con la mayor rapidez posible. Una vez acabada repetiremos la misma operación y veremos como nuestras conversaciones son naturalmente más largas y nuestras ocurrencias mucho más ingeniosas.

Ya lo tenemos, seremos el alma de la fiesta.

Moraleja? Si no os apetece salir....bebed.

viernes, 25 de marzo de 2011

Empezamos.

No soy mayor, pero ya tengo, lo que las madres, tías, vecinas y otros ejemplares de la fauna "metomentuvida" califican como "una edad". Los treinta están llamando a la puerta y mi lado consciente no tiene ninguna gana de abrir la puerta. Eso sí, por mucho que me niegue a admitirlo acabaré este año con un 3 encabezando la cifra de mi edad.

Ante semejante tesitura solo me quedan dos opciones: aceptar las circunstancias, mi edad y sentar la cabeza de una puta vez o, por el contrario, engañarme a mí mismo. Elijo por supuesto la segunda. 

Mentiras que estoy dispuesto a creerme:

1º Sigo siendo joven. De hecho estoy en pleno ecuador de lo que se llama la juventud contemporánea, esa que acaba bien entrados los cuarenta. Chicos, ahora es normal eso de salir, vivir con los padres y demás cosas que se hacen en la juventud siendo un cuarentón. Está bien, yo he sido el primero que con ventitantos he llamado maduritas a las chicas de 32, pero es que yo he sido un cabronazo. Una treinteañera es una moza en plena lozanía. 

2º Soy atractivo para las muchachas más jóvenes. Trato de buscar argumentos que apoyen la mentira pero... qué carajo, para eso es una mentira. Me la creo y ya.

3º Tengo tiempo para organizar mi vida y encontrar mi camino. Todos nosotros recordamos a nuestros padres con ventitantos con una vida organizada: su piso, su mujer, su mocoso y su trabajo. Ellos sabían lo que querían en la vida, tenían independencia económica y simplemente lo hacían. Yo soy muy joven aún para eso.¿Para qué pensar en una hipoteca si la Nintendo 3DS me va a proporcionar mucha más felicidad a un módico precio? Además, existen otros muchos gastos, como la edición coleccionista en Blu Ray de Perdidos, el botellón de este fin de semana y el calimocho (sí, a mis 30 sigo bebiendo calimocho, prueba de mi juventud)  que no puede faltar en casa. Y todavía no entiendo muy bien por qué parece que estos gastos básicos de supervivencia no son del agrado del género femenino. 

Así que como forma de reafirmar mi discutida indiscutible juventud me he propuesto hacer algo distinto, algo que me una al periodo de florecimiento de la vida. Y me he dicho: "tener un blog mola".
Y tanto que mola, esto no tiene más que ventajas. Todos los de mi quinta y mayores soins consciente de que a día de hoy, nosotros, la generación de la carta de ajuste, del Amstrad, de la segunda cadena hasta las 9 de la noche, la de Fraggle Rock, la que se ponía rodilleras en los vaqueros y en el chandal, la que ha ido a Pryca, la de los teléfonos de ruleta, los del "sile-nole" de los cromos y a los que Casimiro nos mandaba a la cama a ritmo de Rock and Roll, si queremos ligar tenemos que hacer frente cada vez más a menudo con  la generación de las plataformas multicanal, la del wifi y el tuenti, esa generación que mira con malos ojos todo teléfono que tenga botones en lugar de una pantallita táctil y que busca simplemente la perfeción en todo. Ante esta realidad nosotros nos miramos al espejo viendo que la perfección va brillando por su ausencia cada día más. 

Así que olvidaros amigos de buscar la perfección o pasaréis a ser uno más de esos carrozas de los que nos reíamos en las discotecas porque querían aparentar ser chavales sin serlo. El plan para ligarse a una veinteañera cerca de los treinta es tratar de entrar en el selecto club de hombres que a sus ojos pueden parecer "interesantes"

Y tener un blog mola. Da un toque bohemio que además da muchísimas más ventajas. Cuando uno dice a una cría de veinte años que tiene un blog se acaba de quitar de un plumazo todos los defectos. Algo en el subconsciente de esas muchachas activa la idea de que delante de ellas tienen a un Hank Moody y la cosa pasa a funcionar mejor. No sé si Hank Moody triunfa con las muchachas por ser escritor o los escritores gustan a las chicas por Hank Moody, pero desde luego que sea como sea funciona. De pronto uno pasa de estar horribla a ser descuidado. Para ellas de pronto tus malas pintas, el hecho de que no te hayas afeitado o de que tu habitación sea una absoluta pocilga pasa a ser algo excéntrico, diferente, una muestra de un talento artístico especial, en definitiva, el semicalvo sujeto provisto de una barba que debió ser afeitada hace dos semanas pasa a ser sexy y a entrar en el grupo de "follables"(adjetivo que no solo los hombres utilizan) muy por encima del perfecto y joven musculitos, que puede perder el ligue por cosas tan absurdas como no tener un coche lo suficientemente caro. 

Sin ir más lejos el otro día, mientras una apetecible dama estaba tumbada en mi cama y yo preparaba el ambiente poniendo música en el ordenador de un grupo tan romántico como Iron Maiden, ella me regaló el siguiente comentario precedido de una risa: "Tienes tripa de papá". ¿Humillante? Puede ¿Vergonzóso? Tal vez ¿Moraleja? Cuando intentaba acercarme a la perfección no follaba porque nadie es perfecto, con mi nuevo rol y mis treinta años lo que hice acto seguido es regalarle a la muchacha (de poco más de veinte) una muestra de mis artes amatorias. 

No es tan malo tener 30.