Desde hace mucho tiempo he dicho que podría escribir mi biografía con el uso exclusivo de canciones de Joaquín Sabina. Al principio incluso a mí me parecía algo exagerado, pero a medida que pasan los años más me doy cuenta de lo certera que es esa apreciación. Pues bien, hoy me toca describir lo que me ha pasado con estos versos:
"En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver."
"Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí."
Si vosotros, sufridos y selectos lectores de mi blog habéis sido felices con alguien en el pasado, habéis llegado a alcanzar una confianza difícil de explicar con esa persona y recordáis con cariño esos momentos; por favor no tratéis de reencontraros con ella. Mejor dicho y para ser justos y honestos; hacedlo pero llevad bien puesto el casco porque chocaréis de frente y a toda velocidad con el muro de las decepciones que tantas veces se nos cruzará en el camino en el resto de nuestros días. Cuando miréis a los ojos a aquella persona, a esos ojos en los que antes podías leer os daréis cuenta de que estáis ante una desconocida.
La vida es fácil de llevar cuando todo va a mejor, cuando se sigue el sentido que todos hemos asumido como general y que nos dice que sólo deberíamos ir hacia adelante. El problema surge cuando uno se da cuenta de que en algo se ya involucionado. Ese es el trance que se vive cuando uno se da cuanta que la confianza y la química inexplicable y casi sobrenatural que existió en el pasado no solo es que se haya retrotraído, sino que ha desaparecido por completo.
La cuestión de fondo que uno se plantea en ese momento es si merece la pena querer tener un contacto con el pasado cuando el pasado pasado está y lo único que va a traer consigo son las continuas decepciones que conlleva el comprobar la distancias son tan insalvables como invisibles sus causas. Y la respuesta a pesar de los pesares y sabiendo que la decepción es el escenario futuro más probable es que sí, que merece la pena. Porque si tuviese que resumir mi opinión sobre el mundo en general diría que aunque no creo en el ser humano creo, y mucho, en las personas.
Otro día cuento algo gracioso, que hoy me ha quedado esto muy serio.
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