lunes, 5 de diciembre de 2011

Llegó el día.

Pues sí, queridos lectores. Hace unos meses empecé este blog como una forma no solo de rellenar un tiempo, que de otro modo hubiese quedado perdido sino, como bién sabéis, para canalizar el durísimo trance que creía yo que sería la cuenta atrás que desembocaría en la treintena.

Mañana cumplo treinta años y eso no hay blog ni dios que lo remedie. La alternativa es morirme y sinceramente prefiero ser treinteañero que comida para los gusanos.

Con lo que supongo que es momento de reflexionar acerca de en qué he invertido estos años, plantearme qué hacer y, cómo no, recordar aquello que un día pensé que sería y obviamente no es mi vida a los treinta.

Lo primero es reconocer lo que yo ya sabía y muchos de los que leéis el blog sospechábais: que me he equivocado en casi todo en la vida. Pero lo segundo es reconocer que, a pesar de esta certeza, cuando me tengo que justificar ante mí mismo y mi conciencia, me encuentro ante el preocupante hecho de que no me arrepiento de la mayoría de mis errores. Y esto me lleva a una inquietante conclusión, que en la proxima década voy a seguir equivocándome en prácticamente cada cosa que haga. Y eso es duro. O no. No sé.

Una cosa a la que me he resignado en la antesala de esta mi tercera década, es a que no voy a saber nunca nada, a que el futuro es tan incierto como imposible de planificar a cualquier escala y a que la duda ante lo que pude haber hecho y no hice es una fiel compañera que estará conmigo de por vida. Por cierto, es esta última una compañera ante la que luchar es tan inutil como lo es esa constante tentación que todos tenemos de cambiarnos a nosotros mismos por acercarnos a aquello que algún "todos" hemos consensuado que significa "triunfo vital".

No sé si sentirme o no orgulloso de tener una única convicción a mi aún tierna edad de treinta años. Mucho menos seguro estoy de ello cuando esta convicción es la misma convicción que tenía diez años antes. Y es que lo único que tengo claro es que tengo que tratar de serme fiel a mí mismo, que tengo que intentar que mis convicciones me guíen y que, por encima de cualquier triunfo profesional o social, está el complicadísimo triunfo personal de poder conciliar el sueño por la noche, libre de remordimientos. Y a los treinta años os digo que siempre hay algún remordimiento, que estos son culpas que cuando te abrazan no te sueltan, que se acumulan en un contínuo y lento goteo y que, muy al contrario de lo que se piensa con veinte años, tienden a afectar a las buenas personas.

Voy a acabar porque releyendo esto me parece que está escrito por un viejo. Y no lo soy. Estoy hecho un chaval. Parafraseando a Sabina "a mis veinte y diez, ventinueve dicen que aparento". En el fondo y en la forma me siento mejor que con veinte y, aunque me pongo ligéramente nostálgico, esto me pasa en todos los cumpleaños de los que tengo memoria.

La crisis de los treinta se me acabó un día en el que yo tenía aún ventinueve y los principales culpables sois los cuatro o cinco que me leéis con asiduidad y los cientos de anónimos visitantes (decir lectores es ser muy optimista) que han pasado por aquí. Así que antes de que nadie me diga el primer "felicidades" en este teórico triste día en el que me despido del "2" a principio de mi edad definitivamente, no puedo más que daros las gracias. 

Gracias a todos. 

lunes, 28 de noviembre de 2011

Hombres maltratados - hombres invisibles.

Hoy toca ponerse serios.

El pasado día 25 de noviembre tuvimos a bien celebrar el "Día internacional contra la violencia a las mujeres (a los hombres que los maten, que al fin y al cabo tienen que pagar por tantos siglos de atropello machista)". Por supuesto que lo que hay entre los paréntesis es de cosecha propia, pero creo que no anda muy lejos del espíritu final que ha alimentado la existencia de un día internacional con tan vergonzoso título.

Amiga lectora, si ya estás muy indignada te pido por favor que esperes a la siguiente entrada y sigas leyendo como si esta no hubiese existido jamás. Porque lo que viene a continuación es una de esas entradas en las que los tópicos socialmente aceptados y promovidos por lo políticamente correcto brillarán por su ausencia. Hay dos cosas que tengo claras: no me siento culpable de ser un hombre y defender parcelas de libertad que se nos han quitado y, por otro lado, no creo en ningún tipo de superioridad moral de la mujer respecto al hombre. Así que frases del tipo "me siento orgullosa de ser mujer" me parecen tan absurdas como las de "me siento orgulloso de ser hombre" porque ni vosotras ni nosotros somos responsables de ser lo que somos. 

Y es que aquella mañana de viernes amanecimos con la noticia de que un estudio de una respetadísima organización famosa por su independencia y objetividad (Federación de mujeres progresistas) había publicado los siguientes datos:
          * El 80% de los entrevistados consideran que la chica debe complacer a su novio.
          * El 40% de los entrevistados piensa que el chico tiene que protegerla a ella. 
          * El 60% está de acuerdo en que los celos son normales en una relación. 


Estas opiniones, según la citada asociación, "denotan situaciones de control por parte de ellos y de sumisión por parte de ellas, lo que puede suponer el preludio y  el inicio de episodios considerados como violencia de género". Entre el visionado de la noticia en televisión y la lectura de la nota de prensa he sacado dos conclusiones que desconocía hasta el momento: que el amor romántico es machista y que yo comparto la opinión de aquellos que muestran situaciones de control por parte de ellos y de sumisión por parte de ellas. 

Sí queridos amigos. Si me preguntan si considero si una chica debe complacer a su novio, mi respuesta es que sí. Obviamente que debe hacerlo exactamente en la misma medida en la que un chico debe complacer a su novia y en la misma medida en la que un miembro de una pareja homosexual debe de complacer al otro miembro de la pareja. ¿Acaso la pareja no se sustenta en la voluntad recíproca de ambos miembros de complacerse mutuamente en la medida de lo posible? También considero que el chico debe proteger a la chica, yo protegeré a mi pareja de todo lo que pueda y no espero menos de ella hacia mí. Por último, creo que es un hecho objetivo que los celos son normales en una pareja. Y no lo creo porque sea partidario de ellos (no soy en absoluto celoso) sino porque considero que, teniendo en cuenta que lo contrario a "normal" es "raro", lo que es realmente raro es encontrar una sola pareja que no haya tenido ningún problema por celos. Por ese motivo debo concluir que los celos son "normales".

Pero lo más gracioso del asunto es que el estudio desliza la idea, desgraciadamente más que aceptada por muchos, de que estos comportamientos (voluntad de complacer, protección y celos) son "comportamientos masculinos". Pocas mentiras más grandes que esas se me ocurren. Sin embargo poco a poco nos han metido en la cabeza una serie de pequeños y sutiles datos que han llevado a la celebración del Día internacional contra la violencia a las mujeres, que no se dedica a denunciar la situación de la mujer en gran parte de los países subdesarrollados y en vías de desarrollo ( que conste que no me gusta nada esta definición) , sino a equiparar violencia doméstica con violencia ejercida contra las mujeres, terrorismo machista, violencia machista, feminicidio o majaderías similares que se les ocurren a nuestros gobernantes, periodistas y a asociaciones tan independientes como nuestras amigas de la Federación de mujeres progresistas. 

Yo aquí estoy dispuesto a negar la mayor. No existe violencia ejercida contra las mujeres, sino violencia familiar. Y ésta tiene diferentes vertientes que la hacen distinta según los grupos que la sufren. En el caso de las mujeres se da una mayor incidencia en lo que se considera "violencia extrema", que no es más ni menos que aquella violencia física en la que las estadísticas en España muestran que murieron alrededor de un 74,4% de mujeres frente al 25,6% de hombres en el año 2008, según el CGPJ (Consejo General del Poder Judicial), cuando este tenía la decencia de incluir a los hombres en sus estadísticas.

Pero el principal problema es que las instituciones y la ley ignoran a ese 25,6% por el simple hecho de que son hombres. Tal vez por eso, el porcentaje de hombres maltratados en aquel 2008 fue nueve puntos y medio superior al de 2007, y tal vez por eso resulte tan difícil encontrar datos actualizados sobre el número de víctimas mortales masculinas. El feminismo está bien visto, y respeto que lo esté. Lo que me rechina es que se ignore a tantas miles de víctimas, que son tan víctimas como cualquiera, por el mero hecho de que tengan un pene entre las piernas. Lo que me molesta es que se destinen mis impuestos a costear estudios que obvian la existencia de víctimas masculinas. Me molesta que para el CGPJ las víctimas masculinas ya no existan porque ni se han tomado interés en buscarlas. Y este descaro es tan grande que el título de los únicos informes sobre violencia doméstica que aparecen publicados en su página se titulan "La violencia contra la mujer", en lugar de "Informe de víctimas mortales por violencia doméstica y de género" (título que tampoco me apasiona) como era antaño. Por no mencionar que en la página del Observatorio de la Violencia de Género la palabra hombre ni tan siquiera aparece.

¿Qué pasa con ese 25,6%? ¿Tienen que pagar la doble pena de ser víctimas y a la vez una minoría entre estas? ¿Tienen acaso que resignarse a sufrir maltrato porque saben que las instituciones, no solo los ignoran, sino que los condenaría a una pena más grave si se defendiesen puntualmente de una agresión que a las que se condenaría a sus agresoras por maltratarlos? ¿Cómo se defiende un hombre de una maltratadora cuando las instituciones hacen como que no existe? ¿Cómo se defiende cuando las bofetadas que recibe no pasan de ser una falta y las que podría él dar para defenderse son delito? ¿Puede alguien justificar que en el caso de el asesinato de un hombre a manos de su mujer se pueda presentar el llamado "Síndrome de la mujer maltratada" como eximente (http://www.ramajudicial.pr/Miscel/Conferencia/PDF/4_aspectos-practicos-de-la-prueba-pericial.pdf : página 28 en adelante) y no en caso contrario? ¿Puede alguno de mis lectores poner la mano en el fuego por que ninguna de las mujeres víctimas del "terrorismo machista" no haya muerto como resultado de una situación en la que el hombre se veía desamparado y consideraba que su vida estaba en serio riesgo de peligro? ¿Puede alguno de mis lectores negar que hay cientos y cientos de hombres en la cárcel o con una seria violación de su libertad por falsas denuncias, amparadas en una ley que presume su culpabilidad por el mero hecho de ser hombres? Solo doy un par de datos. A 31 de diciembre de 2010, 296 hombres se encontraban en prisión preventiva por delitos de violencia de género, lo que supone el 2,7 de la población reclusa de España. Si tenemos en cuenta los datos de "Jueces para la democracia" que dicen que una de cada cuatro órdenes de protección no son admitidas porque no se justifican y son falsas, tendríamos la alarmante conclusión de que cerca de 75 presos preventivos en España por violencia de género lo están siendo completamente inocentes. ¿Salen estas víctimas en las estadísticas?  



Muchos de vosotros pensaréis que está bien eso de que, dado que mueren más mujeres que hombres, la ley diferencie quién comete el delito dando más importancia a la agresión que comete un hombre porque se le presupone una motivación machista. Esto me parece una soberana estupidez, porque un crimen se comete por múltiples razones. Cuando una mujer muere a manos de su pareja o expareja, no es asesinada por ser mujer sino por ser pareja. Cuando en una pareja gay un hombre mata al otro, no lo mata por hombre, sino por pareja. Cuando en una pareja de lesbianas una mujer mata a otra no la mata por mujer, sino por pareja. Nadie se plantea que las esposas de gran parte de ese 25,6% mataron a esos hombres por ser hombres, sino que los mataron porque eran su pareja. Si admitimos todo esto ¿por qué hay que dar por sentado que las mujeres que mueren a manos de hombres lo hacen porque estos han recibido una educación machista? ¿Por qué asumimos que están matando a mujeres por ser mujeres (lo que le diferencia a sus asesinos del resto de maltratadores) y no nos damos cuenta de que son asesinos matando a sus parejas porque son sus parejas? Tal vez el problema social no es tanto el machismo sino el hecho de que consideramos relativamente normales y corrientes los comportamientos posesivos y la dependencia (aunque veremos más adelante que también se hacen diferencias de género en esta tolerancia). 

Sea como sea, y aún en el caso de que esto fuese cierto, el castigar de forma distinta la misma acción por el mero hecho de que la sufra uno u otro colectivo, lejos de hacer que se avance hacia la igualdad, acentúa las diferencias y los prejuicios que las provocaron. Y este punto os lo van a explicar mucho mejor que yo los personajes de South Park en el minuto 17 del siguiente vídeo: http://www.megavideo.com/?s=seriesyonkis&v=VCFAP10N

Pero aunque asumiésemos que habría que legislar distinto dependiendo de los grupos que lo sufriesen seguiría habiendo una discriminación hacia el hombre. ¿Qué pasa con el maltrato psíquico? 


Pero de nuevo nos encontramos ante la paradoja de que los maltratadores psíquicos en España son los hombres. El motivo lo explica de nuevo Amaia Beranoaguirre en el artículo anteriormente citado: "Otro de los instrumentos que se toman como referencia del maltrato es la encuesta del Instituto de la Mujer, cuando no se sostiene la metodología empleada, puesto que sólo se pasó a mujeres. ¿Cuántas de las preguntas de dicha encuesta no darían positivo en caso de pasarla también a hombres?" Estas preguntas que determinaban si las encuestadas eran o no maltratadas comprendían los siguientes conceptos: 
          * Le impide ver a su familia o tener relaciones con sus amigos.
          * Le quita el dinero que Ud. gana o no le da lo suficiente para mantenerse
          * Hace oídos sordos a lo que Ud. le dice, no tiene en cuenta su opinión, no escucha sus peticiones.
          * Se enfada sin que sepa la razón.
          * Delante de los hijos dice cosas para no dejarle a Vd. en buen lugar.

Todos los lectores conocéis a hombres que se podría incluir dentro de estas situaciones. Incluso muchos de vosotros las habréis sufrido. Sin embargo las cifras ocultan que esto sea así. Y esto se hace por el mero hecho de que se considera que solo son maltrato cuando el que comete tales actos es el hombre. Una mujer puede ser celosa, manipuladora, chantajista, etc, pero nunca será catalogada como maltratadora. ¿Creéis que no? Pues bien, para muestra un botón. Todos estamos de acuerdo en que las prácticas que muestra el siguiente vídeo son maltrato. Es más, todos los que veáis el vídeo por primera vez percibiréis que se va a cometer un maltrato antes de pasar el "límite objetivo" por el mero hecho de que es un hombre. Ahí va el vídeo. 

Sin embargo se muestran shows televisivos como el que viene a continuación y nadie, nadie, absolutamente nadie se molesta en condenar el claro maltrato que sufre uno de los protagonistas del mismo. Es más, en caso de que el comportamiento que vais a ver tuviese a sus protagonistas invertidos cualquiera de nosotros podría poner una denuncia anónima llamando al 016 que acabaría con el maltratador durmiendo en el calabozo. Sin embargo dudo mucho de que, aun teniendo las pruebas físicas que tiene, si a este señor se le ocurre ir a una comisaría a poner una denuncia, el funcionario se tome ni siquiera la molestia de redactarla, mucho menos el juez en admitirla a trámite.Empieza en el minuto 1:40 en adelante. 

Si hubiésemos presenciado una escena similar en la que un hombre chantajease y hundiese psicológicamente a una mujer por someterse a las normas de un programa y pasarlo lo mejor posible entre medias, hasta que ésta dijese "mi casa, tú y mi hija" las cosas se verían muy distintas. Me encantaría ver la lluvia de críticas que le caerían a "Cuatro" si después de esa escena que he descrito terminase con el programa diciendo "¿Quién no merece una segunda oportunidad?"

Siguiendo con las palabras de Amaia Beranoaguirre: 
"En 15 años de trabajo con mujeres he podido observar cómo la mayor parte de las mujeres que he atendido manifiestan una opinión desvalorizada de los hombres, solucionan las diferencias de género desvalorizando y despreciando lo diferente. Una tendencia humana frecuente: ataque a lo diferente de uno/a mismo/a. Un porcentaje importante de mujeres desvalorizan, desprecian, intentan controlar a sus maridos, pero sin ninguna conciencia de que estén haciendo daño. Es tal la presión social sobre la actual visión de maltrato (mujeres víctimas - hombres verdugos), que nubla la posibilidad de autocrítica por parte de las mujeres; "lo que ellas hacen siempre está justificado''. Muchas mujeres ya consideran maltrato el simple hecho de que la pareja se niegue a hacer las cosas como ellas dicen."
"Una mujer que se muestra como sufridora o víctima, aunque lo esté empleando para machacar a la pareja, hijas/os... al mostrarse como víctima se la toma como tal; no se ve el victimismo como arma"
  
Haced la prueba de ir a la comisaría a denunciar a vuestras parejas porque no os dejan ver a vuestros amigos, o a vuestras amigas (porque creen que quieres/quieren tener sexo con ellas o ellas contigo), o porque os han dicho que con esa camiseta tan fea no salen con vosotros, o porque os han ridiculizado en público. Imaginad al hombre del vídeo denunciando a su mujer por hacerle sentir culpable por haberlo pasado bien durante dos semanas con una mujer con la que un concurso - en el que su propia esposa le había metido- le obligaba a estar. Hacedlo y confirmaréis algo en lo que tengo que dar la razón a las feministas radicales de nuestro país: que las mujeres y los hombres no somos iguales. 

Para despedirme y a modo de cierre cito la definición que la RAE da del término "igualdad ante la ley": "Principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos."

Pues eso es lo que quiero, ni más ni menos. 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Pseudointelectuales

Bueno, si no os habéis leído la entrada anterior, dejad de leer esta e id a "Oiga Doctor". Y si lo habéis hecho vamos a hablar de la segunda cosa que me confirmó mi conversación con Santy Pérez: El recurso a la intelectualidad es una forma muy elaborada de ocultar la falta absoluta de ideas. Los sujetos que acuden a este recurso para ocultar que la creatividad es algo que conocen por una entrada que leyeron en el diccionario hace años, son conocidos por todos nosotros como "pseudointelectuales".

El pseudointelectual es un tipo de homo sapiens que se encuentra en la mayoría de hábitats en los que vive esta especie. En cualquier caso, son mucho más comunes en facultades de letras, festivales de cine iraní, en lo que se ha denominado como "performances conceptuales" (a ambos lados del "escenario"), ciclos de lectura de poesía y asambleas del 15 M. Pueden ser diferenciados por tener una serie de características:

- El peudointelectual está de vuelta de todo. Si el investigador investiga a un sujeto que muestra sorpresa o ilusión ante cualquier cosa, descártese automáticamente la pseudointelectualidad del citado sujeto. Da igual que la totalidad de la isla del Japón se hunda por un ataque extraterrestre. Ellos lo sabían o, en su defecto, la importancia del hundimiento del archipiélago carece de importancia si lo comparamos con la nueva poesía de la escuela salvadoreña consistente en escribir solo vocales para que el lector se reconcilie con la pureza del sonido hablado y reflexione sobre la naturaleza y el lenguaje como un todo del que somos parte.

- El pseudointelectual siempre ha escuchado las canciones que tú has escuchado y, por supuesto, todas le parecen una mierda. Porque él está escuchando un grupo del circuito independiente de Kazjastan que está explorando nuevas fórmulas consistentes en usar arrítmicamente sonidos metálicos de trenes de mercancías contra las vías y de inodoros de bar. Por supuesto si le preguntas acerca del mismo grupo una semana más tarde le parecerá anticuado y aburrido porque en Kenia hay una corriente experimental que mezla el folclore con efectos digitales industriales.

- El pseudointelectual preferirá que le arrancasen los pezones con cortauñas antes de ver una película doblada. Uno podría pensar que es porque le gusta la pureza actoral de George Clooney o de Morgan Freeman pero si se le comenta la existencia de estos actores, el pseudointelectual mostrará una expresión de asco y nos dará una charla de por qué el cine iraní de los circuitos no comerciales es mucho más puro y de mejor calidad que el de Hollywood.

- El psudointelectual solo lee una novela si el resto de la humanidad es incapaz de pronunciar el nombre de su autor. Las obras de Vinskinchonsy, Erkernikev o Almaharimadah serían títulos interesantes para él. Tengo la sospecha de que, en realidad solo se ha leído la contraportada y a veces ni eso. Incluso creo que si le nombráis a los autores anteriormente citados (que no existen) y comentáis la profundidad de sus descripciones de los sentimientos de una pulga al abandonar la vida y de cómo estas quieren representar la opresión del alma en la sociedad posindustrial de la ciudad de Moscú, estarán completamente de acuerdo. (Podéis hacer la prueba)

El pesudointelectual es, a fin de cuentas un tío cansino que cree que la gente está muy por debajo de él, que es menos sensible y más atontada debido a que se han dejado arrastrar por el consumismo. Y esto lo hace para ocultarse a sí mismo que es un pesado y un cansino al que la gente huye porque convierte el rato en el que te tomas una caña con él en una tortura china .

Por último querría aprovechar estas últimas líneas para advertir a nuestros lectores más jóvenes (especialmente e aquellos que están en edad universitaria o preuniversitaria). Aunque ahora lo veáis muy lejos, tened en cuenta que el pseudointelectualismo es altamente contagioso especialmente en la etapa universitaria. Uno va a las performances para reírse de esos que creen que cagar es una forma abstracta de expresión artística y de pronto se ve un par de meses después bañándose entre heces en un estado de éxtasis alimentado por decenas de seres de inteligencia desaparecida que ignoran que su inteligencia desapareció.

Así que, en vuestros años de universidad huid de:
- Clubes de poesía.
- La facultad de Filosofía en general.
- La Unión de Historiadores Progresistas de la Universidad Complutense de Madrid. UHP.
- Festivales de cine de autor.
- Performances conceptuales.
- Asambleas del 15M (o similares)
- Cualquier lugar en el que veáis un alto número de personas así:


Os dejo que estoy leyendo a Garvalesky. No os perdáis su última novela: "El pan perdido de los peces".

miércoles, 12 de octubre de 2011

Oiga Doctor.

En su día ya hable de las propiedades terapéuticas de tener un blog. Incluso bromeé con la idea de crear un blog que hablase de lo duro que es perder pelo para ver si así el mío dejaba de caerse. Esto lo decía porque "No entiendo un carajo" había surgido como una forma de canalizar mi frustración ante la crisis de los treinta y, gracias a él, la crisis desapareció.

Pero al menos me quedaban ideas para escribir que salían de una fuente de inspiración infinita y real como la vida misma: las mujeres son más malas que el dolor, egoístas y con imposibilidad absoluta de empatizar con nosotros. Y el destino va y me trae a una muchacha que si no es buena tirando a  perfecta lo disimula que te cagas.

¡Me cago en tó! Un escritor puede superarlo todo, han sobrevivido a religiones, genocidios, guerras, desamores, pobreza...pero el mal que me ha ido a tocar ahora es el conocido como "Mataescritores",aquel que todo duelista de la página en blanco sabe que es el enemigo invencible: la felicidad.

Vale, el conocer a una  de las cuatro muchachas buenas que existen en el mundo (aunque uno nunca puede estar seguro de eso) no te convierten automáticamente en feliz, pero la verdad es que te acerca mucho a la idea que tenemos de lo que ello significa. Sea como sea, en ese aspecto he colmado mis expectativas con lo que se me ha jodido por completo la inspiración para el blog. Como dijo el tantas veces citado Sabina: "Oiga Doctor que no escribo una nota desde que soy feliz".

Así que, consciente del problema al que me estaba enfrentando, emprendí un viaje a lo más profundo de mis neuronas en busca de ideas. Como resultado aparecieron en mi mente decenas de temas interesantísimos sobre los que escribir que iban desde política a filosofía pasando por inquietudes teológicas. Por supuesto yo era consciente de que todo eso era una mierda y no suponía más que traicionar los principios del blog. No me convencía la idea, no estaba yo muy seguro de que escribir peudointelectualismos fuese a gustar a nadie, ni tan siquiera a mí. Pero las intelectualidades venden y mucha gente se ha dedicado a escribir toda la vida sin tener ni una miserable idea, solo hablando de esos tres temas sin saber muy bien lo que decían, y han sido considerados genios.

Asumiendo que una entrada de mierda era mejor que ninguna entrada me decidí una mañana a no acostarme sin haber escrito alguna basura intelectual en el blog. Entonces, como caído del cielo llegó un muchacho al que, a pesar de lo golfo que es, conocí en una iglesia, que me hace sentir una curiosa mezcla de orgullo y admiración que poca gente consigue y que se llama Santy Pérez (comprad su disco, que sale a la venta el 7 de Noviembre. ¡Pero no os lo bajéis, cabrones!). El tema es que el muchacho me estuvo hablando de mi blog y me dijo "la verdad es que es uno de los pocos blogs que sigo, porque he seguido los de otros y al final siempre acaban cogiendo un rollo intelectual que me aburre".

Dios se sirve de curiosos mensajeros.

Así que eso me llevó a confirmar dos sospechas que yo tenía. La primera es que no tendría que haber pensado nunca en traicionarme a mí mismo, a este blog y, mucho menos, a los cuatro que lo leéis, a los que os estoy profundamente agradecido.

Y la segunda va en la siguiente entrada...

miércoles, 10 de agosto de 2011

Glebe House.

Hay pocas cosas tan valiosas como la sabiduría popular. Yo he tenido la suerte de vivir un año y medio en la que los personajes han pasado uno tras otro llenando mis días de entretenimiento, experiencias y un cariño que me acompañará una vez deje estas cuatro paredes allá donde quiera que vaya. El contacto será mayor o menor, la distancia crecerá más o menos, pero ellos son una parte de mi vida y eso es un hecho que ni los kilómetros ni la pérdida de contacto podrá evitar. El día que escriba mi biografía tendrán un capítulo divertido y lleno de sensaciones dedicado a todos ellos. Valga esto como personal homenaje a todos los que por aquí han pasado en el tiempo que he estado en la casa que hoy dejo. Pues eso, he aquí una muestra de tanta sabiduría, una creación de esta casa y una lección de vida. Dedicado a Julián (el hermano que me hizo dormir con pijama), a Don Mario (el parcero Milton), a Juanito (bondad personificada), a mi Vicky ( que sabe lo que tiene que hacer para ser feliz), a Marcelo (my brazilian brother), a Foco (que tan raro me miraba por las escaleras), a Dani (que me demostró que yo era paisa de toda la vida a pesar de no saberlo), a Diana (que debería de estar llorando en la habitación de al lado y no la oigo), a Santi (al que espero ver en mi tierra pronto) y a todos los demás, desde Genevieve hasta Helen pasando por Maria Eugenia (nadie ha cocinado así en esta casa), Juan Carlos, los Felipes, y un largo etcétera de visitantes itinerantes, también va por ellos: por Carolina la primera(que fue mucho más que una inquilina temporal), Ulises, el parcero Brian, Pato, Raoul, Cano y todos aquellos que aquí se emborracharon (que fueron muchos)
Vaya por todos los que he dicho y por los que haya podido olvidar:


GRANDES MENTIRAS DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
- Yo también te quiero, cariño.
- La puntita nada más.
- Vente a dormir conmigo, pero si tú no quieres no hacemos nada.
- Chupa, chupa que yo te aviso.
- No va a pasar nada que tú no quieras.
- ¿Cómo se te ocurre que pueda estar con otra mujer?
- Mañana te llamo.
- No te llamé porque perdí tu número.
- Obvio no. (esto es muy colombiano)
- Estoy segura de que el niño es tuyo.
- Te dejo pero no hay terceras personas.
- No me pasa nada.
- Quiero llegar virgen al matrimonio.
- Follas mejor que nadie.
- No vayas a pensar mal de mí.
- Yo jamás había hecho eso.
- Démonos un tiempo.
- No sigas que yo quiero a mi novio.
- Es la primera vez que me pasa.
-Voy a dejar a mi novio por ti.
- A partir de ahora vamos a ser felices.
- Podemos seguir siendo amigos.
- Mañana lo dejo.
- Yo la protejo. (Yo te protejo)
- A mí el porno no me gusta.
- No se va a enterar nadie.
- Me tomo una y no más.
- La última copa y nos vamos
- No vuelvo a beber.
- Te lo prometo.
- Yo soy diferente.
-Yo cambio por ti.
- Yo controlo.
-Yo me sé comportar.
- Yo conozco mis límites.
- Te queda perfecto.
- Te lo puedo explicar.
- No eres tú, soy yo.
- Tranquila que yo te acerco a casa.
- Ahora soy un hombre nuevo.
- De una no paso.
- No, mañana tengo que trabajar.
- Para que me está doliendo.
- Ahora más tarde lavo.

FRASES QUE NADIE QUIERE ESCUCHAR
- Por ahí no.
- Ponte el condón.
- Nao posso ( welcome to my pieza)
- Creo que deberíamos irnos a vivir juntos.
- Hoy no.
- Lo siento, tengo la regla.
- Para que me está doliendo.
- El primero es malo.
- ¿Está dentro?
- Espera, espera que no me he corrido.
- Paremos un momento.
- Me estoy enamorando de ti.
- Tengo un retraso.
- ¡Uy! Se ha roto.
- Podemos seguir siendo amigos.
- Te quiero como amigo.
- No eres gay porque no lo has probado.
- ¿Tú crees que a tu amigo le gusto?
- Lo de anoche fue un error.

Autor de la entrada: 13 GLEBE HOUSE. Gracias por todos los momentos juntos. Os echaré de menos a todos. Y no solo a los de Glebe House.



jueves, 4 de agosto de 2011

Tontos

El tema que tenía pensado para esta entrada era otro, pero la actualidad esta vez ha hecho que mi fabulosa idea para postear se vea pospuesta.
Si me habéis leído a menudo os habréis percatado de que me gustan las frases absolutas. Algunas han sido más polémicas que otras, para gustos los colores, pero creo que todos estaremos de acuerdo con lo que voy a decir a continuación.
Si el dinero fuese como los tontos no habría crisis económica, porque si matas a cien te aparecen doscientos con una rapidez pasmosa.
A veces pienso que los locos que creen que los extraterrestres controlan nuestras vidas están en lo cierto, porque me cuesta creer que una raza en la que lo normal es encontrarte gente tan tonta haya llegado a evolucionar como lo ha hecho sin ayuda exterior.
Todo esto viene a cuento de que me he puesto a leer el periódico y me he encontrado con el siguiente titular: "Un adolescente construye un túnel en la playa y se queda más de media hora enterrado". Hace falta ser imbécil.
Una ex mía me dijo una vez que a todos los tontos nos daba por hacer hoyos en la playa. No le faltaba razón a  la mujer, porque yo soy el primero que lo hace y aún no entiendo muy bien la razón. Si buscamos en la RAE  la palabra "tonto", la primera acepción es "Falso o escaso de entendimiento o razón", con lo que la definición no podía ser más acertada para definirnos a aquellos que compartimos tan absurdo pasatiempo.
Pero si el grado de estupidez se mide por lo hondo del agujero, este tipo se lleva la palma. Os cuento. Al sujeto en cuestión, al que vamos a llamar "tonto de los cojones" se le pasó por la cabeza que sería graciosísimo hacer un túnel por debajo de la arena de la playa. Seguro que un amigo le dijo, "¿qué te juegas a que hago un hoyo más grande que el tuyo? y él pensó " 'pa' cojones los míos". Ante tan descabellada idea no hace falta ser muy listo para suponer que los conocimientos de ingeniería del tipo no eran muy avanzados, con lo que con el proyecto a medio terminar y en pleno fervor excavatorio se le vino el túnel encima.
Si algo no se le puede negar al "tonto de los cojones" es que no sabrá cómo hacer un túnel, pero tiene brío y dotes para mover arena cual topo ibérico. En el vídeo en el que la gente desesperada trataba de buscarle se ve a no menos de veinte personas con palas excavando durante cerca de veinte minutos para llegar al punto en que nuestro constante pero estúpido amigo se encontraba enterrado. ¡Pedazo de hoyo el que excavó el amigo! Si ya lo dice la sabiduría popular, que cuando a un tonto le da por una cosa...
Todos los allí presentes pensaban asustados que Dios había hecho una excepción y por una vez había castigado la estupidez con una merecida muerte hasta que se oyó una voz que gritaba "se mueve". No tengo muy claro si esa expresión era de alivio o de decepción con el Santísimo por dejar que semejante especimen pueda serguir vivo y traspasar sus genes de estupidez a la siguiente generación en un bucle sin fin que nos llevará a involucionar hasta convertirnos en lombriz. Por cierto, si no os habéis dado cuenta, una lombriz es un tonto evolucionado hasta el extremo, porque tratas de matar a una cortándola en dos cachos y te encuentras con dos lombrices al final del proceso.
Ahora nuestro querido amigo el "tonto de los cojones" ha salido en telediarios de medio mundo y, como es tan desvergonzadamente imbécil seguro que estará en el hospital diciendo "mira mama, salgo en la tele". Pero eso no es lo peor, porque cuando vuelva a su barrio habrá multitud de amigos y chicas con las tetas gordas que le harán el líder de la pandilla. Los primeros le admirarán e intentarán acabar el túnel inconcluso de su amigo en cuanto vuelvan a pisar la playa (esperemos tener suerte esta vez y que mueran en el intento)  y las segundas restregarán sus descomunales melones sobre la cara del "tonto de los cojones", que visto así... a lo mejor no es tan tonto.
Pero como de todo hay que sacar un mensaje positivo hay que decir que la mayoría de gente es tonta pero buena al fin y al cabo, porque, tal y como veréis en el vídeo, en esta historia hay dos cosas de sobra representadas: la estupidez y las manos para ayudar a salvar la vida de un estúpido. Siguiendo la teoría de mi ex, todos los que participan en el rescate deben de ser también tontos porque todos están excavando en la arena de la playa. Porque como ya he dicho, la mayoría de los tontos también somos buenas personas.

Vídeo del heróico rescate.

No dejéis de leer mi próxima entrada: "Tres formas de dejar a una mujer" (aunque primero necesitáis alguien a quien dejar. Así que salid a la calle y buscad una mala mujer. Es fácil, de esas abundan)

miércoles, 20 de julio de 2011

Crisis

Cuando empecé a escribir este blog uno de los principales motivos para hacerlo era relataros los pormenores de un hombre acercándose a la treintena con una alopecia incipiente en plena crisis de los treinta. Como si de una terapia se tratase, la crisis de los treinta pareció superarse con las primeras entradas. Lo que en principio podría parecer una putada resultó sin embargo el único buen ejemplo de ese extraño síndrome del escritor que lo lleva a tener ideas durante todo el día excepto al sentarse a escribir. Así el verme obligado a escribir sobre mi crisis hizo que la crisis desapareciera. Bendito sea Dios. Pensé en escribir un blog sobre la alopecia pero dudo mucho de que tenga los mismos resultados.

Sin embargo, el hecho de superar la crisis de los treinta no hace que no sufra las crisis correspondientes a la edad,lo que pareciendo igual es muy distinto. Hoy toca hablar de la crisis generacional de los nacidos en la órbita del comienzo de la década de los ochenta (que empezó en 1981 y no en 1980, como cree la mayoría).

Dice la RAE que la crisis es una "mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales". Me parece una definición muy adecuada para describir a los nuevos treinteañeros. Somos la generación de los cambios, la que se ha criado en base a unos principios que, sin saber muy bien cómo ni por qué, ya no valen.

Nada de esto sería un problema si al menos tuviésemos claro cuáles son las nuevas reglas, pero si lo supiésemos no seríamos la generación de la crisis. Somos los hijos de la última generación que entró de aprendiz a trabajar a una empresa en la que todo apunta que va a ver la jubilación, los hijos de la generación que tenía claro que su objetivo era encontrar un trabajo fijo, encontrar una pareja, casarse, comprar un piso en el pueblo o en una ciudad del extrarradio, tener hijos y darles todo aquello que a ellos les faltó para tener una vida mejor. La parte del piso en el extrarradio era el único giro argumental de relevancia entre el guión que seguían nuestros padres y el que seguían los suyos y a su vez los padres de estos. Esta vida tenía todos los peros que uno quiera ponerle pero sin embargo era un camino mucho más recto hacia la felicidad, porque proveía a los que la vivían de algo de lo que carecemos los treinteañeros de hoy día: una ruta a seguir. Es muy complicado ser plenamente feliz cuando uno no sabe adónde va y la vida se va convirtiendo en una serie de bandazos que uno controla con mayor o menor fortuna. Así que, sintiéndolo mucho por nuestros padres, dándonos lo que no tuvieron no nos hicieron más felices, muy al contrario, nos desorientaron.

La parte económica, muy al contrario de lo que sería previsible con la que está cayendo, no me parece que haya sido un retroceso importante. El hecho de que los trabajos hayan reducido su duración permite no aburrirse con una vida de hacer lo mismo todos y cada uno de los días que faltan para la jubilación de uno. Yo me sentiría muy frustrado sabiendo que de aquí a los 67 lo único que voy a hacer en mi vida profesional es hacer pan, poner ladrillos, vender ropa, vender hipotecas, hacer fotocopias o vender acciones en bolsa(con todo el respeto y agradecimiento a aquellos que lo han hecho por mí y por los que yo quiero).

Lo malo es que hemos asumido que esta provisionalidad en el trabajo y en el lugar de residencia lo es también en el plano sentimental. Ese es el salto generacional más grande que se ha producido en la España de los últimos treinta años. Soy de la generación que se sorprendía porque los padres de sus amigos se separasen. Lo normal en la generación de nuestros padres era encontrar a una muchachita de quince años en el pueblo, propio o colindante, de la que se enamoraban con una ternura hoy perdida y con la que se casaba. Una vez casados esa relación acababa con la muerte o la viudedad, lo cual es precioso. Sin embargo, si me pongo a recordar las relaciones de mis amigos supongo que me pasará como a vosotros,que contamos nuestras relaciones por fracasos, que los "novios de toda la vida" son los menos y, no nos engañemos, una vez casados la estadística juega en su contra.

El principal problema es que ni siquiera entre nosotros mismos nos ponemos de acuerdo en si esto es bueno o no. En las reuniones de amigos en las que se habla de los beneficios de la soltería es difícil no ver un halo de envidia en las parejas de toda la vida, quienes pregonan su felicidad seguramente con mucha sinceridad pero puede que para acallar la parte de su cerebro que les susurra las preguntas que les hacen cuestionarse si están enamorados, resignados o ambas cosas. Los solteros por otro lado hacemos básicamente lo mismo solo que desde nuestro campo de batalla. Nos empeñamos en repetir lo felices que somos estando solos, pero la dura realidad es que felicidad y soledad son términos incompatibles.

Qué está bien y qué está mal es algo que no sabría afirmar. Solo tengo claro que no somos tan viejos como somos ni tan jóvenes como nos creemos y que no hacemos nada en concreto a pesar de hacerlo todo. Deberíamos tomar un rumbo, no creo que deba ser lo que hacían nuestros abuelos pero tal vez debiera parecerse mucho. Combinar libertad, amor y un rumbo con la ambición y el no resignarse es una misión que nos ha superado como generación y, me atrevería a decir, que también como individuos.

El triunfo se consigue cuando se sabe distinguir la lucha de la testarudez, cuando podemos diferenciar la rendición del fin de un ciclo, cuando sabemos dar un par de pasos atrás para poder saltar mejor hacia adelante y, sobre todo, cuando se sabe en qué momento emprender la huida supone una victoria. Pero hemos optado por defender ciegamente nuestros principios (si es que existen) con la excusa de la libertad, ahogándonos en la incertidumbre y la infelicidad en lugar de aceptar que no existe libertad sin felicidad.

¿Cuál es la salida? No tengo ni idea.

       

sábado, 9 de julio de 2011

Vuelta a la infancia.

     Lo más bonito que tiene un niño es la capacidad de ilusionarse con cosas pequeñas y estúpidas. Con esa edad toda pequeña experiencia es tan excitante que uno se convence de que va a haber un antes y un después de ella.

     Tenía yo poco más de siete años cuando una tarde mis padres me compraron un kit de tenis marca Makro en  el hipermercado Makro que constaba de tres pelotas de tenis y dos raquetas que pesaban más que yo en aquellos momentos. Al verlo no pude más que fliparlo en colores. Era increíble tener eso. Las raquetas tenían su funda negra con cremallera, lo que les otorgaban un aire profesional que ni en mis mejores sueños podría haber imaginado. Una vez en casa frente a frente con mis dos raquetas tuve que afrontar el durísimo hecho de que era hijo único y con una vida interior tan grande e intensa que, con siete años, me había llevado a no tener ningún amigo y que haría que con veintinueve decidiese escribir una entrada en un blog en lugar de estar emborrachándome por ahí, que es lo que hace la gente guay un viernes por la noche (no tengáis vida interior, es una putada). La cuestión es que tenía las que, en mi opinión, eran las dos mejores raquetas jamás fabricadas y nadie con quién jugar.

     Recuerdo que una tarde mi madre, que tenía una honda preocupación con el hecho de que la citada vida interior de su hijo era tan grande que éste ni siguiera veía la calle, me dijo que nos bajásemos a jugar al tenis los dos. La experiencia como tenista de mi madre venía a ser la misma de su hijo, es decir nula. De hecho antes de bajar a la calle conmigo siguió el ritual ya perdido que existía en las madres de los ochenta de arreglarse para salir a la calle siempre que fuesen a hacer algo distinto a ir a comprar. En el barrio no había nada parecido a un campo de tenis, con lo que nos tendríamos que bajar a jugar entre los árboles y la arena. Así que ahí estábamos mi madre, con tacones, maquillada y de punta en blanco, y yo con dos raquetas que pesaban un quintal, jugando al tenis sin tener ni idea en un campo de arena. Por supuesto que no fuimos capaces de dar dos golpes seguidos, pero no tengo palabras para describir lo feliz que me sentía en aquel momento. Estaba jugando al tenis con mi superkit de tenista profesional del Makro. En mi mente tenía claro que ese era el primer paso para ganar el Roland Garros, que no me quedaría más en casa, puesto que había descubierto mi pasión y entrenaría como nadie ha entrenado jamás para hacer de mí al tenis lo que Oliver Aton (Capitan Tsubasa) era al fútbol.

     Por supuesto no volví a coger una raqueta hasta una década más tarde. Y lo haría para echar la tarde con mis amigos en el polideportivo. Pero ese momento tuvo la magia que solo un niño puede sentir.

     Pues bien, recientemente me he vuelto a ilusionar con algo de la manera que un niño se ilusiona con las cosas. ¡Mañana me voy a la playa! O al menos eso creía hasta hace un rato.

     ¿He mencionado alguna vez en este blog que ser un niño es una mierda? Pues si no lo he hecho lo hago ahora. Ser un niño es una mierda y lo de tener ilusión por las cosas es una fuente infinita de frustración que debería estar penada por ley, o al menos alguien tendría que tener la decencia de inventar una pastilla que nos hiciese inmunes a ella.

     Sé que la ilusión por los Reyes Magos es algo indescriptible que nos hizo a todos sentir energía para no portarnos como unos cabrones durante todo el año ante el inocente temor de que Baltasar (me lo imaginaba a él porque nunca he sabido quién era Melchor y quién Gaspar), cubierto de pieles estuviese en pleno agosto a las tres de la tarde encaramado a la jardinera de nuestra terraza pasando un calor de mil demonios con el único objetivo de vigilar si dormíamos o no dormíamos la siesta como nos pedía nuestra madre. Por cierto, nunca entenderé por qué las madres de nuestra época consideraban tan importante para nuestro desarrollo personal el dormir la siesta en la infancia, que era cuando no queríamos, y sin embargo nos reprendian por dormirla al aproximarnos a la veintena."¡Te pasas toda la tarde durmiendo en lugar de hacer algo de provecho!".

     Pero toda esa ilusión que te hizo soportar en silencio las interminables tardes de verano con papá y mamá cumpliendo la más noble de las tradiciones españolas, consistente en roncar de una y media a tres con un documental de La 2 de fondo; esa ilusión que te empujaba a acabar esas torturas veraniegas llamadas "Vacaciones Santillana" y a hacer concienzudamente los deberes todas las tardes a partir de Septiembre; todo eso se venía abajo cuando el día de Reyes comprobabas horrorizado que el miserable castillo de Lego había sustituido a tu anhelado Batrus de Madelman 2050*. No hablemos ya de la tristeza que invadió nuestro cuerpo al vivir el primer 6 de enero conscientes de que SS.MM. los Reyes magos no se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar sino Ramón Areces y más tarde Isidoro Álvarez. Con tantas esperanzas e ilusiones puestas durante toda nuestra vida en aquella fecha y a final de cuentas se había convertido en un segundo cumpleaños con la salvedad de tener que compartirlo con el resto de niños del mundo que, por supuesto, tenían regalos más molones que los nuestros.




* Batrus: Posiblemente la fuente de diversión más perfecta jamás creada; con alas; un habitáculo para sentar a tu Madelman preferido como piloto; pinzas y la función que hizo de la generación de los 80 hombres como Dios manda: disparar misiles con la entrepierna. Ya no se hacen juguetes como este.


     Pues, como os había indicado antes, yo tenía la ilusión de irme mañana a la playa con mi compañero de piso. No se lo he ido contando a todo el mundo porque ya rondo la treintena y parecería de gilipollas hacerlo. Pero hoy, nada más salir del cine de ver el reeestreno de "Harry Potter y la Piedra filosofal" me he ido como un gilipollas al supermercado a comprarme un bañador para mañana poder mojarme el culo en agua salada después de tres años de sequía culeril. He llegado a casa como un puto crío chico ilusionado con enseñar mi superbañador nuevo de £2,5 y concretar la hora de salida para mañana. ¡Y no hay ni dios en casa!

    Así que ahora me siento como al abrir el envoltorio del puto castillo de Lego y no encontrar a Batrus en su interior. Todo me hace pensar que mi compañero de piso se ha ido por ahí de fiesta pesando que no vamos a ir por no haber concretado nada. Todo me hace pensar que mañana a las nueve de la mañana estará de resaca o todavía borracho y me mandará a la mierda cuando le diga que nos vamos a Brighton. Todo me hace pensar que mañana corroboraré que es una mierda tener ilusiones por las cosas. 


   Y también me planteo por qué carajo  me tiene que dar a mí últimamente por ilusionarme tanto por todo. En serio, esto no me pasaba hace unos años y me tiene preocupado. El regreso de costumbres e instintos infantiles es uno de los rasgos de la vejez, cuando los señores y señoras de ochenta años vuelven a hacer dibujos con cera y palabras con macarrones. Yo que estaba tan contento por haber superado la crisis de los treinta teniendo solo veintinueve y Dios castiga semejante precocidad adelantándome la de los setenta sin tan siquiera dejarme sufrir la de los cuarenta. 

   ¿Tendrá esto algo que ver con mi alopecia galopante? ¿Será que voy a ser el primer ser humano en cumplir sesenta sin llegar a cumplir treinta? ¿Es por eso que tengo estas ganas de volver al país donde me crié,de sentir el calor del sol que me vio nacer y de compartir unas cervezas con aquellos que me vieron afeitarme la pelusa del bigote por primera vez? No lo sé. Solo sé que ahora mismo preferiría haberme gastado las dos libras y media del bañador en cervezas y no tener la sed ni la lucidez que tengo. Y solo tengo la certeza de que esta ciudad es demasiado grande, la vida demasiado triste o yo demasiado tonto. 

lunes, 4 de julio de 2011

Frikis.

     Vamos a empezar con un axioma: los grupos están hechos para que cada miembro del grupo alimente el ego del resto de miembros con o sin motivos a cambio de una retroalimentación por parte de los demás.

     Todos conocemos o, lo que es peor, hemos sido el típico chico formal, miembro de un grupo de chicos formales con trabajo y novias o prometidas que han sido la pareja de toda la vida y con las que empezaron apenas teniendo cuatro pelillos en los huevos, con las que además comparten una cuenta ahorro vivienda o, más grave aún,  una hipoteca que los mantendrá juntos por el resto de sus días. Pues bien, una vez que tengáis esta imagen en mente echad un vistazo por los recónditos espacios de vuestra memoria y seguro que encontraréis algún momento en el que esa clase de especímenes protagonizaron una escena como esta:

- Pues ayer menuda nos pillamos ahí toda la panda- dice el sujeto en cuestión mientras el amigo con cara de pánfilo empieza a reír al tiempo que asiente con un ímpetu cercano al espasmo nervioso.

- Sí, sí, cuéntaselo , cuéntaselo.- Dice entre espasmo y espasmo el segundo sujeto. Mientras, las sufridas novias comienzan a negar son la cabeza en un gesto de desaprobación  que queda desmentido por sus medias sonrisas.

- Pues sí- continúa el primero- nos fuimos a la Andrómeda- Se refiere a la discoteca de moda de la ciudad, a la que van antes de las 10 porque no cobran entrada y en la que, a pesar de haber buenos DJs, van a la planta baja porque ponen lo que les gusta a ellos, música variada más conocida por todos como "pachanga"- y nos liamos a beber cubalibres que...madre mía cómo terminamos.

- ¡Cómo terminamos!- apunta el segundo sujeto aumentando el volumen de la carcajada al tiempo que las respectivas novias empiezan a apoyar la cabeza en la mano para ocultar ligeramente los ojos expresando ante los demás cuánto desaprueban el comportamiento de sus novios la otra noche porque por supuesto ellas son más de salir a tomar el vermú que de ir de copas por la noche.

- Fíjate cómo acabaríamos- prosigue el primero- que nos fuimos a eso de la una ahí donde el Tete- el Tete es un amigo suyo del instituto que montó un pub y al que solo van para que les inviten a copas- y entramos con la corbata puesta en la cabeza.

- En la cabeza- puntualiza ya completamente descojonado el sujeto dos.

- Si es que no se puede ir con ellos a ningún sitio, de verdad.- dicen las novias-  Es que vayan donde vayan llaman la atención. Que todo el mundo se tiene que enterar que están ahí.

- Si es que somos unos cachondos- dice el segundo secándose las lágrimas de la risa- El alma de la fiesta ¿verdad?- dice mientras, también compulsvamente, golpea con el codo al sujeto uno.

- Somos unos figuras.- sentencia éste.

     ¿Qué cojones figuras? Lo que sois es unos tristes, unos desgraciaos que se van a un garito solo por decir que han estado ahí cuando la entrada es gratis y se van cuando acaba la hora feliz para ir a ver a un amigo del instituto al que no son capaces de llamar nada más que para gorronear en su bar y se piensan que son unos salvajes; unos rebeldes incontrolables porque se ponen una corbata en la cabeza yendo borrachos, cosa que hace todo el mundo y con la que se pasa totalmente desapercibido para cualquiera menos para un grupo con ganas de dar palizas a retrasados mentales.

     He puesto este ejemplo por ser conocido por la mayoría de nosotros (algunos de los cuales también hemos protagonizado momentos "corbata en cabeza" pensando que eramos tan rebeldes en indomables como Marilyn Manson), pero podrían haber sido los niñatos discotequeros que miden la diversión por el número de rayas que se han metido en un local semioscuro, iluminado en exclusiva por láseres de colores y escuchando música de dudosa calidad que taladra sus escasas neuronas mientras pegan brincos uno frente a otro de ocho de la tarde a ocho de la mañana. O a los que, con vocación heavy se van a garitos oscuros llenos de calaveras y figuras de Satán a hacer como que cantan canciones de las cuales desconocen por completo la letra mostrando la gloriosa estampa de un señor ya entrado en edad, cantando a todo lo que da su voz algo que suena como "aguachifú aguachifá" al tiempo que toca una guitarra inexistente llevando, sin embargo, el ritmo de la batería. Por no hablar del típico grupo de chavales, hombres, señores y algún que otro prejubilado que se va el domingo a echar el partido de fútbol adornando el paisaje dominical con veintidós bolas de grasa corriendo por un campo tras una pelota y que cuando meten gol saludan a una multitud inexistente en una infantil fantasía que les hace pensar que son Cristiano Ronaldo en el Bernabeu en lugar de Agustín Pedralves García en un campo de fútbol alquilado en el Polideportivo Municipal de Trijueque de la Cruz, provincia de Huesca.
   
     Todos estos grupos, al igual que la inmensa mayoría de los demás, tienen un nexo en común, y es que al final de todo este ridículo van a pensar que son los mejores, los más divertidos y que todo el mundo lo flipa con ellos, cuando en realidad son unos tristes. Y son tristes porque todos somos unos tristes cuando nos divertimos. Os invito a comprobar esto siguiendo a un grupo de personas distintas a vosotros y con las que no tengáis ningún nexo en común. Ved lo que hacen durante una noche entera, de principio a fin. Escuchad sus gracias y tendréis claro que son absurdas, ved cómo hablan y notaréis lo ridículo de su tono de voz en plan "qué colegas somos". Os sentiréis, en definitiva, como cuando vuestros amigos amigos se emborrachan y vosotros permanece sobrios.

     Por eso me encanta tener amigos frikis, porque el friki, a diferencia de los demás es consciente de que es un triste. Tengo la inmensa fortuna de que yo, cuando comento la jugada de la noche anterior con mis amigos siempre tenemos la decencia y la honradez al día siguiente de decir que nuestra vida es miserable y que la estamos tirando por el retrete. Nadie en el mundo conoceréis que diga que es el rey de la fiesta, un cachondo o un fenómeno de sí mismo por estar dieciséis horas y media jugando al WOW (World of Warcraft) sin parar. Nadie puede considerarse a sí mismo un transgresor por enviar cartas amenazadoras a la Fox por acabar Perdidos como lo acabó, o por liderar campañas en Facebook contra Jar Jar, ni mucho menos vanagloriarse de sus logros sexuales por haber considerado la proeza de masturbarse doce veces seguidas en un solo capítulo de Ranma. A lo que vamos, el friki es de naturaleza honesto, como mucho puede presumir y decir que es el rey de la fiesta, pero no hablará de él sino de su personaje del Conan.

     No solo la honestidad es un rasgo bueno de los frikis, ser friki es muy bueno porque.....

     Creo que voy a acabar esta entrada aquí.







     ¡Ah, no! Ya me acuerdo. Ser Friki tiene muchas otras ventajas que, al contrario de lo que los propios frikis suelen pensar, son extraordinariamente buenas de cara a ligar con muchachas. A saber:

1º Los salones manga a los que las chicas van disfrazadas de personajes de series anime que están como un tren son una oportunidad fabulosa para ligar. Primero tienes que empezar con la criba, tienes que mirar las que estén buenas, lo que te permitirá quedarte con menos de un 20% de candidatas. De entre todas esas candidatas hay que descartas a las lesbianas. Si después de todo eso queda alguna mujer, se presenta ante el friki algo que el friki es incapaz de encontrar en un bar: la esperanza de echar un polvo.

     Lo que hace tan esperanzador el simple encuentro de una candidata lozana con la que querer compartir fluidos corporales, es que el friki en ese momento tiene todos los recursos que un sujeto normal necesita buscar en una chica de un bar y en cuya búsqueda se cometen el 95 % de los fallos en el ligoteo. El Friki solo tiene que aplicar el primer axioma friki: el friki no tiene otro interés en su vida por encima que el propio frikismo. En esos salones tenemos a chicas frikis vestidas de lo que le gusta, lo cual supone un cartel inmenso para todo aquel que sepa leerlo. Si la chica está vestida de Minako Aíno ya sabes todo lo que tienes que saber de sus gustos para sacar una conversación que podrá durar todo el tiempo del mundo, solo hay que hablar como un descosido de Sailor Moon y luego... a echar un casquete. Sin "estudias o trabajas" o "vienes mucho por este garito" ni "me suena tu cara" o cagadas similares que utiliza el no friki. En ese momento, si sabes de Sailor Moon eres el hombre perfecto.

2º El frikismo dota al friki de un nivel intelectual, no digamos que bueno pero sí por encima de la media. Quiero decir, que el friki lee, aunque sea comics, pero lee. Y eso es más de lo que se puede decir de la mayoría de personas.

   Este legado pseudointelectual dota al friki de una cantidad de recursos casi ilimitada que podría utilizar en el dudoso caso de que llegase abrir la boca delante de una mujer no friki en un ambiente nocturno. El friki que entra a las muchachas es una especie minoritaria y, no falta quien afirma que es como los argentinos humildes; que se dice que existen a pesar de no haber constancia de ninguno.

   Sea como sea, si el friki pasa la prueba de ser capaz de hablar a una mujer tendrá toda una colección de frases inteligentes con las que impresionar a la dama, cosa que no tienen la mayoría de mortales. Aquí van unas cuantas:

      - Vivir juntos, morir solos (frase acojonante para soltarle el primer beso a una chica) 
      -  Todo sucede por alguna razón. 
      - El vino está bien pero el güisqui es más rápido.
      - No hay necesidad de ser realista cuando se trata de amor. Todo es posible. (Con esto se le caen las bragas a la más fría)  
      - Las palabras son lo único que me queda para jugar. (El rol de hombre atormentado funciona que te cagas para que ellas acaben contando sus penas)
      - ¿Dónde vas? Podemos seguir charlando en horizontal. (¿Hay frase más elegante para pedir a una mujer que se acueste contigo)
      - ¿Voy contigo o me quedo contigo?
      - El futuro no está escrito en piedra. 
      - Para ser verdaderamente feliz, un hombre debe vivir absolutamente el presente. 
      - El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Veo mucho miedo en ti. (después de esto te van a contar lo mal que les va con su novio o lo mal que les fue con su ex y solo hay que aplicar lo que ya dije en una entrada anterior)
      - Tu enfoque determina tu realidad. 
      - Soy prisionero del beso que nunca debiste darme. 


3º Por último, pero no por ello menos importante está uno de mis últimos descubrimientos. Entre la multitud de gente que he conocido en los últimos años me sorprendió una chica que me informó del morbo que muchas féminas sienten hacia los vírgenes. Tienen al macho virginal un cariño tal que las lleva a follárselo. Yo tenía cierta sospecha de este hecho, pero lo que me sorprendió es que la chica que me manifestó tan curiosa filia no era una fea, como yo tenía en mente. No solo estaba bien la muchacha sino que estaba muy bien. En ese momento en el que uno recibe semejante noticia de semejante mujer, cualquier hombre que pueda ser considerado como tal se siente inevitablemente arrepentido de haber regalado su virtud años ha en el cuarto de baño de aquella discoteca de mala muerte a esa muchacha borracha de la que nunca supo el nombre. En tal situación no solo no hay vuelta atrás, sino que cualquier persona no friki que a determinada edad anuncie que permanece virgen será considerada como mentirosa aunque diga la verdad.  


    Sin embargo un friki es al contrario que cualquier otro espécimen humano. Da igual la edad del muchacho porque la virginidad a un friki se le presupone aunque haya mojado el instrumento más que el mismísimo Ron Jeremy. Con lo que un friki puede explorar este recurso, haciéndose pasar por virgen cuantas veces quiera y follando como un poseso con mujeres de tan perversos y sucios deseos. 


     Así que, visto lo visto, ¡Vivan mis amigos frikis!


     ¡Porque son unos cachondos, el alma de la fiesta y SON UNOS FENÓMENOS!     



sábado, 2 de julio de 2011

Pruebas de la existencia de Dios.

Vaya por delante que yo soy cristiano. Creo en Dios, creo que Jesús fue crucificado, que murió y que resucitó al tercer día. Sé que muchos de vosotros diréis que eso presenta multitud de contradicciones con mi comportamiento diario. Tendréis razón. Pero si no tuviese contradicciones nos sería humano.

Y me encanta ser humano.

Pero, amigos míos, en esta entrada pretendo demostraros la existencia de Dios, de alguien que nos ha creado tal y como somos y al que (que Dios me perdone) no le falta mala leche visto lo visto.

Todos vosotros, ateos iletrados que os empeñáis en ir por ahí diciendo que Dios no existe tenéis por el contrario una desmedida fe en la ciencia. A mi modesto entender la mayoría de vosotros tampoco tenéis muy claro lo que es la ciencia ni os habéis parado a pensar muy bien si lo que dice tiene lógica o no, simplemente creéis como un campesino del siglo XIII creía lo que decía el cura de su parroquia, sin cuestionarlo (dedicaré una entrada a profundizar en el tema).

Uno de los principios científicos en los que más fe tenéis es, curiosamente, la teoría de la evolución de Darwin. Digo lo de curiosamente porque, tal y como su propio nombre indica no pasa de ser una hipótesis no demostrada a día de hoy. Lo que la RAE define como "conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación". Sin embargo, yo voy a hacer algo que hará que San Agustín esté donde esté se sienta orgulloso de mí: voy a demostrar la existencia de Dios partiendo de la incompatibilidad de la teoría de la evolución con ella misma en el caso de los humanos. Ahí es nada. A esto se le llama crear un gancho. Así me aseguro que, si habéis llegado a este punto vais a terminar de leer toda la entrada para ver si lo demuestro de verdad o no.

Bueno, pues para empezar mi argumentación tengo que decir que me encuentro cómodamente tumbado en mi cama escribiendo esto y sin fumar. Y esa es al cuestión, por qué no fumo con las ganas que tengo de hacerlo. La respuesta es clara y la pone en las cajetillas de tabaco "Smoking kills". Resulta que estoy como loco por fumarme un cigarro cuando esto me va a matar. ¿Acaso hay alguna explicación evolutiva para ello?
Darwin nos dice que somos el resultado de una evolución (en el caso humano probablemente el ser más evolucionado de todos, aunque a aveces cueste creerlo) que nos ha hecho sobrevivir sobre muchas otra lineas evolutivas. Pues bien para ello se supone que el ser humano ha adaptado su actuación, su organismo, su comportamiento  y su cerebro de tal forma que somos dueños de unas características que harán más probable su supervivencia. 

Es precisamente esto último lo que demuestra que tiene que existir un Dios que nos haya creado y que el ser humano no es el producto de la línea evolutiva. Me explico, los koalas comen eucalipto porque es lo que mejor le viene a su salud, los leones comen cebras porque ese alimento es exactamente lo que su cuerpo necesita, lo mismo se podría decir de lobos, tiburones, vacas, jirafas etc. Es más, a todos esos animales les pones cualquier otro alimento y con muchísima seguridad no se lo tomarán, porque no les gusta otra cosa diferente a lo que es bueno para su organismo y su supervivencia. ¿Sin embargo a mí qué es lo que me gusta?  Pues escribir tumbado, lo que es malísimo para mi espalda y mis cervicales, preferiblemente fumando un pitillo, cosa que no hago porque me mataría. También, como a todo el mundo, me gustaría poder vivir bebiendo alcohol con asiduidad, comiendo panceta, chuletas, hamburguesas y patatas fritas regándolo todo con su correspondiente salsa. De hacer esto moriría a los 40 de un ataque al corazón fulminante, ahogado en colesterol, con un hígado cirrótico y víctima de la obesidad, la diabetes y la gota. El caso humano es una constante lucha entre lo que nos gusta hacer y lo que debemos hacer para sobrevivir. Nuestro instinto, al contrario que el de cualquier ser vivo nos lleva a matarnos y tenemos que luchar contra él; hacer sacrificios. Es justamente el sacrificio lo que el cristianismo premia, lo cual hace que, visto desde este punto de vista tenga más sentido.

La vida que deberíamos llevar implicaría hacer deporte a diario (cosa, como todos sabemos divertidísima), no beber, no fumar, comer mucha verdura; cosas tan deliciosas como espinacas, zanahoria, col, pescadito hervido, arroz cocido, de vez en cuando un poco de ternera a la plancha (pero sin excesos), poco pan, etc. todavía estoy por conocer a alguien que le guste ese tipo de vida.

Da la sensación de que el único instinto evolutivo que nos permite sobrevivir como especie es el de tener ganas de follar y, sin embargo hemos creado un mecanismo social para frenarlo. Uno no puede decirle a una muchacha a la que ve con ganas directamente "Oye, ¿follamos y satisfacemos así mutuamente nuestros instintos naturales?" . Probad a hacerlo y lo más normal es que acabéis con la cara cruzada o con una mujer que parecía bella, frágil y delicada, convertida en un monstruo que suelta veneno por la boca. De hecho la forma sana de follar es con condón que es lo que no le gusta a nadie y por motivos evidentes no responde a un rasgo evolutivo que pasa de generación en generación.

Resumiendo, que parece claro que esto ha tenido que ser obra de algún ente inteligente que nos ha creado. Parece obvio que Dios nos ha creado. Si queréis podéis pensar que maldita sea la gracia de habernos hecho así. Me parecerá comprensible. Podréis pensar que Dios es entonces el típico amigo que te quiere pero al que le gusta ponerte chinchetas en el asiento del coche para descojonarse de ti de vez en cuando. Creo que sería una buena comparación. Pero no me contéis chorradas de que la naturaleza es sabia y nos ha hecho así por algo porque nuestros instintos distan mucho de hacernos mantener con vida como especie.

Creced, multiplicaos y sacrificaros.

¡Qué dura es la vida coño!

martes, 28 de junio de 2011

Reencuentros.

Desde hace mucho tiempo he dicho que podría escribir mi biografía con el uso exclusivo de canciones de Joaquín Sabina. Al principio incluso a mí me parecía algo exagerado, pero a medida que pasan los años más me doy cuenta de lo certera que es esa apreciación. Pues bien, hoy me toca describir lo que me ha pasado con estos versos:

"En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver."

"Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí."



Si vosotros, sufridos y selectos lectores de mi blog habéis sido felices con alguien en el pasado, habéis llegado a alcanzar una confianza difícil de explicar con esa persona y recordáis con cariño esos momentos; por favor no tratéis de reencontraros con ella. Mejor dicho y para ser justos y honestos; hacedlo pero llevad bien puesto el casco porque chocaréis de frente y a toda velocidad con el muro de las decepciones que tantas veces se nos cruzará en el camino en el resto de nuestros días. Cuando miréis a los ojos a aquella persona, a esos ojos en los que antes podías leer os daréis cuenta de que estáis ante una desconocida. 
La vida es fácil de llevar cuando todo va a mejor, cuando se sigue el sentido que todos hemos asumido como general y que nos dice que sólo deberíamos ir hacia adelante. El problema surge cuando uno se da cuenta de que en algo se ya involucionado. Ese es el trance que se vive cuando uno se da cuanta que la confianza y la química inexplicable y casi sobrenatural que existió en el pasado no solo es que se haya retrotraído, sino que ha desaparecido por completo. 


La cuestión de fondo que uno se plantea en ese momento es si merece la pena querer tener un contacto con el pasado cuando el pasado pasado está y lo único que va a traer consigo son las continuas decepciones que conlleva el comprobar la distancias son tan insalvables como invisibles sus causas. Y la respuesta a pesar de los pesares y sabiendo que la decepción es el escenario futuro más probable es que sí, que merece la pena. Porque si tuviese que resumir mi opinión sobre el mundo en general diría que aunque no creo en el ser humano creo, y mucho, en las personas. 


Otro día cuento algo gracioso, que hoy me ha quedado esto muy serio.